jueves, 28 de agosto de 2008

UN PEQUEÑO TOUR CON TRACEY EMIN


Ya no es una quinceañera pero sigue rebelde despertando más morbo que nunca. Se manifiesta como “una alcohólica, neurótica, psicótica, una quejica obsesionada conmigo misma" y aun así se gana el respeto de muchos que en altares le rinden culto.
Me estoy refiriendo a Tracey Emin cuya obra es descrita en la edición del diario el País como un montaje en el que unas sábanas sucias y revueltas expresan un nudo insalvable de tormentos y angustias. Manchas de fluidos, ropa sucia y, en el suelo, condones, tampax, botellas de vodka vacías, polaroids, pastillas para dormir y un cenicero que rebosa colillas.

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