lunes, 4 de agosto de 2008

LIMEÑAMENTE ME ACHORO


Ahora que Tanaka y Rafo Leon andan de duelo verbal debatiendo acerca de lo limeño no pensaba escribir al respecto, pero a veces imposible hacerlo sobre todo cuando de alguna manera uno se siente aludido. Ya que los que nacimos en Lima de casualidad o por que nuestros padres migrantes lo quisieron así sentimos que nos tratan de intelectualizar por estos dos personajes.
No se enfáticamente que es ser limeño, no se si basta haber nacido aquí para ser considerado como tal pero lo que si se es que la identidad hacia algo te lo da el conocimiento del lugar que estas pisando.
No basta respirar como limeño condenado a esta rinitis eterna producto de la humedad que carcome a esta ciudad.
Para sentirse limeño no basta acostumbrase a ella y finalmente quererla. También hay que saberla detestar en cantidades adecuadas que nos permitan querer huir de ella para luego estando afuera extrañarla.
Jamás me acostumbrare a ser cuñado de gente que no conozco por ejemplo (aunque esto resulte demostración de calidez para cualquier gringo cojudo) ¿Por que he de ser cuñado de alguien que nunca vi y cuya hermana debe ser fea como un ministro en polleras?, ¿Por que he de tener brothers o hermanos que mi viejo no firmo?.
AL mismo tiempo, debo reconocer, que he conocido limeños que sin haber nacido aquí son más limeños que cualquier otro, pues conocen la ciudad palmo a palmo a sabiendas que cada esquina tiene una historia por contar. Son devotos y andan siempre de procesión predicando la palabra de la ciudad.
A veces, también es cierto, existen limeños nacidos aquí que adolecen de la historia del lugar donde nacieron entonces como no la conocen orinan con certera puntería sobre el pequeño monumento a José Olaya en el mismo pasaje que lleva su nombre y en el mismo lugar donde fue fusilado.
Tanaka da entender que los nuevos limeños empiezan a surgir en la llamada Lima Norte. La verdad que no se que pensar porque el obtener mejoras económicas es cierto integra, sirve, pero no proporciona una identidad.
Sin identidad, y hasta en caso extremos, sin un mito unificador no hay país que se desarrolle.
Rafo caricaturiza al limeño, y a veces tiende a meternos a todos en un mismo saco, pero acierta cuando el sostiene que a lo que el llama pituqueria limeña (que en cualquier parte del mundo se les llamaría mercantilistas a secas) aun mantienen el poder a pesar de ser menos, a pesar de generar menos riquezas que la nueva clase empresarial (comprendida por las MYPES que generan el 80% del empleo en el país).
De modo que no basta el dinero para integrarnos, no basta tampoco la historia si lo económico no va de la mano.
Razón por la cual me niego a decir que somos 8 millones de limeños pero que bastaría que fuéramos como cancha para empezar a tener una identidad.

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