sábado, 20 de septiembre de 2008

GARRIDO LECCA Y THOMAS SCHELLING


Cuando Thomas C. Schelling estuvo por aquí a mediados de Mayo, si mal no recuerdo, Hernan Garrido Lecca fue a recibirlo a la Universidad San Martín de Porres y se declaro su ferviente admirador. Es mas recordó haber sido su alumno cuando estudio en Norteamérica.
En aquella oportunidad Schelling hablo sobre el cambio climático y se mostró pesimista al respecto.
Los causantes del calentamiento global (algo mas de una docena de países desarrollados) munca tomaran las riendas para solucionar los problemas,deducía el nobel, debido a que estos cuentan con los recurso tecnicos y economicos suficientes como para enfrentarlos de modo que al menos durante un periodo de tiempo los países pobres deberían prepararse para afrontar algo que le parecía inevitable.
Thomas Schelling gano el premio Nobel de economía gracias a su aplicación de la teoría de los juegos en la economía. El jurado subrayo en un comunicado, en aquella oportunidad, que dichos trabajos contribuyeron a un conocimiento racional de los comportamientos humanos según un esquema que puede ser aplicado tanto a las negociaciones políticas como a las económicas, contribuyendo así a acercar la ciencia económica a las demás ciencias sociales.
Schelling es un tipo pragmático y aquí mostró lucidez al menos para referirse al cambio climático. La solución no estaba en los países tercermundistas, que son los que menos contaminan y que más están expuestos, sino en la docena de países industrializados que son responsables de las dos terceras parte de la contaminación.
Pero Schelling también trabajo para el gobierno norteamericano después de la segunda guerra mundial y durante la guerra de Vietnan. En el portal http://firgoa.usc.es se puede leer…
Schelling se ve inmediatamente inmerso en las negociaciones sobre el desarme que se desatrollan en Ginebra. Estas tienen lugar bajo la dirección de Paul Nitze, el maestro de la Guerra Fría, cuyo asistente es Wohlstetter. Ambos piensan que la bomba atómica no es lo suficientemente disuasiva si la URSS tiene la posibilidad de lanzar una ataque relámpago que destruya la capacidad de respuesta estadounidense. Estiman por consiguiente que es necesario desarrollar un arsenal, dispersarlo por el mundo y negociar con los soviéticos el desmantelamiento de los cohetes portadores más rápidos y de sus bases más próximas. La Rand Corporation pretende racionalizar la negociación apoyándose en la teoría de los juegos del matemático John von Neuman (quien participó en la creación de la bomba atómica estadounidense) y del economista Oskar Morgenstern. Schelling comienza a estudiar la aplicación de dicha teoría a esa circunstancia en particular y escribe un libro sobre el tema: The Strategy of Conflict [1].

Según él, la disuasión no debe ser un juego en el que cada competidor tema perder lo mismo que su oponente sino una mezcla de competencia y cooperación tácita. De la misma manera que un conductor trata de sobrepasar otro auto sin tratar por ello de sacarlo de la pista, durante la Guerra Fría es posible tratar de vencer en teatros de operaciones periféricos sin provocar por ello el Apocalipsis nuclear. Para la mayor felicidad de los industriales del sector militar, esta teoría conduce a la adopción de una estrategia de respuesta gradual en vez de llevar a la destrucción de todas las grandes ciudades del adversario, o sea a la concepción de una variada gama de armamentos además de la amplia cantidad de bombas de gran poder ya almacenadas en aquel momento.

Sin embargo, en aquella época, la idea predominante en Washington seguía siendo la de la «respuesta masiva». Para demostrar la eficacia de su teoría, Thomas C. Schelling recurrió a su amigo John McNaughton, convertido en consejero principal del secretario de Defensa Robert McNamara. En septiembre de 1961 se organizó, en Camp David y durante dos fines de semana, un juego de simulación en el que se enfrentaron dos equipos, los Azules y los Rojos. Algunos altos dirigentes, como Henry Kissinger y McGeorge Bundy, participaron en el mismo.

Como quiera que sea, en 1964 el consejero para la seguridad nacional McGeorge Bundy, inquieto ante la posibilidad de que los oficiales estadounidenses repitiesen en Vietnam los errores que había cometido ya en Corea del Norte el general Douglas MacArthur (quien pretendía «vitrificar» el país para acabar de una vez y por todas con los comunistas), pidió a John McNaughton y Thomas C. Schelling que planificaran una estrategia gradual, o sea un escenario que incluyera provocaciones y que permitiera una escalada capaz de obligar a los vietnamitas a ceder. Ambos aconsejaron la realización de campañas de bombardeo de duración creciente. La primera, conocida bajo el código operacional Rolling Thunder, se desarrolló del 2 al 24 de marzo de 1965. Al no tener la menor incidencia sobre la determinación del pueblo vietnamita, aquella campaña fue seguida por otras más. Seis millones de toneladas de bombas más tarde, la teoría de los juegos de Thomas C. Schelling había dejado dos millones de muertos [2]. Robert McNamara renunció a la secretaría de Defensa para dedicarse a la presidencia del Banco Mundial mientras que Averell Harriman era llamado para reforzar el equipo que negociaba la paz.

Después de aquel desastre, Thomas C. Schelling volvió a la enseñanza en Harvard, aunque seguía trabajando como consultor para la CIA. Es entonces cuando comienza a aplicar la teoría de los juegos a las negociaciones comerciales internacionales y publica Micromotives and Macrobehavior (1978), obra seguida de Choice and Consequences (1984).

En 1990, después de acogerse a su jubilación de profesor universitario, Thomas C. Schelling se incorpora a la Albert Einstein Institution, institución investigativa convertida en sucursal de la CIA para la organización de derrocamientos de regímenes mediante vías «no violentas» [3]. Allí participa en la organización de seudo revoluciones en los Estados de la antigua zona de influencia soviética. Las más recientes son las de Georgia y Ucrania.

No sé a que juega Garrido Lecca alumno de Thomas C. Schelling pero sus escaramuzas con los médicos y su guerrita mediática parece mas que torpe, cantinflesca y hasta enfermiza o es que cuenta a la hora de analizar sus posibilidades de ganar el juego que nunca dejara de ser respaldado por Alan García.
Después de todo siempre anda diciendo que no renunciara y que al único que le debe explicaciones es a García, contando con la experiencia de que este a pesar de las criticas que recibe el ahora pasando piola Luis Alva Castro aun se mantiene al frente del cuestionado también ministerio del interior.
La teorías de Thomas C. Schelling pueden ser interesantes, cuestionadas pero sin duda poner en el tablero a jugar a gente incapaz cuando las fichas que se mueven valen mucho realmente es irresponsable.

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