Un interesante reportaje del Diario el País, pone en el tapete las violaciones cometidas por algunos integrantes de los cascos azules y colaboradores de las ONG en diversos lugares en conflicto adonde son enviados para supuestamente colaborar con la población.
Detrás de una historia de cooperantes y cascos azules no sólo hay eso, cooperación y búsqueda de paz. Hay personas que arrastran su origen, su tradición, su sentido (o falta) de ética, su dinero y unas costumbres que chocan con las del país de destino. Y, a veces, delincuentes que traspasan la barrera y sacan partido en el caos. Ni la ONU ni las ONG escapan de las denuncias de abuso sexual contra niños locales. La fórmula es demasiado sencilla: el poder de unas monedas más la sensación de impunidad.
La oficina británica de la organización humanitaria Save the Children, con proyectos en un centenar de países, ha publicado un informe sobre abusos sexuales a niños y adolescentes por parte de personal de ONG y de soldados de la ONU que denuncia la falta de mecanismos eficaces para que los casos salgan a la luz, para prevenirlos y para que no queden impunes. Se basa en testimonios de 250 menores recogidos el año pasado en Costa de Marfil, Haití y Sudán. De entre 10 y 17 años. La mayor parte de las víctimas de agresiones sexuales son niñas.
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