domingo, 1 de junio de 2008

SELECCIONES POLI-CULTURALES

Otro interesante artículo en el diario jornal, el cual titula la otra selección alemana, hace notar de los referentes policulturales del que se viene amalgamando la literatura alemana. La cual se viene arropando de multiculturalmente de los inmigrantes que llegan a Alemania.
El artículo del diario mexicano, escrito por Esther Andrade, sostiene: “Escriben en alemán aunque son hijos de otras lenguas y culturas. Nacieron en Estambul, Tokio, Budapest, Teherán , Sofía o tal vez en Berlín o en la Selva Negra, pero en sus venas corre sangre kurda, española, turca, persa, húngara. Tienen nombres como Zsuzsa Bánk, Sherko Fatah, said , Emine Sevgi Özdamar, Yoko Tawada, Ilija Trojanow o José f.a. Oliver. Si algo los reúne es el idioma que han elegido para su literatura”.
Desde hace por lo menos dos décadas, han aparecido en el horizonte de la literatura alemana autores de diversos orígenes; mientras la academia se quema las pestañas para definirlos a partir de la llamada literatura “nacional”, ellos fabulan con una vitalidad y frescura poco comunes en estas tierras. ¿Cómo catalogar lo que escriben? ¿Literatura de inmigrantes? ¿Intercultural? ¿ Multicultural? En 1985 se creó un premio para galardonarlos: el Adelbert von Chamisso, que la Fundación Bosch otorga desde entonces a escritores alemanes provenientes de otras lenguas, en homenaje al naturalista y poeta galo (París, 1781-1838) que vivió en Berlín, donde finalmente murió, y que escribió la mayor parte de su obra en alemán.
“Hace años dije que la literatura de los países centrales europeos iba a ser transformada desde la periferia. Desde la inmigración”, me comentó Juan Goytisolo a principios de los noventa, durante una de sus visitas a Berlín. “Los hechos me dieron la razón: el idioma francés ya está mediatizado por la literatura de los inmigrantes de origen árabe, y en Alemania se está consolidando la literatura de los turcos de la segunda generación.”
En efecto, el mismo fenómeno que en Francia cobró cuerpo en los ochenta, cuando los descendientes de las ex colonias, además de jugar bien al fútbol (¡gloria, oh, Zidane!), comenzaron a escribir y a publicar en francés, se está reconociendo ahora en Alemania. El año pasado la mejor novela alemana elegida por la Feria del libro de Leipzig fue El coleccionista de mundos, del escritor Ilija Trojanow nacido en Bulgaria y que vive en Berlín.
“Cada vez estamos más cerca, pero sólo cuando la obra de algún escritor nacido fuera de Alemania o hijo de padres no alemanes sea consagrada con el Büchner, pues entonces habremos entrado definitivamente al canon”, asegura José f. a. Oliver. El poeta se refiere al Premio George Büchner, la distinción literaria más importante en lengua alemana que se otorga desde 1951, equivalente al Premio Cervantes en el idioma de Goethe. Oliver, nacido en la Selva Negra en 1961, hijo de trabajadores andaluces, ha sido catalogado por la crítica como uno de los mejores poetas alemanes contemporáneos. Con una docena de poemarios publicados y autor de la prestigiosa editorial Suhrkamp, este trovador moderno transformó la lírica alemana, recuperó la estética de la lengua popular al traducir sus libros al dialecto –allemanis– de la Selva Negra donde nació y vive, inventa palabras, escribe todos los nombres en minúscula, como ya lo habían hecho los concretistas, y su poesía se canta y se baila. “Dos mundos viven en mí –sintetiza el poeta–. Escribir en alemán sin ser alemán, ese es el tema. Me toca resistir [...] porque en mis versos y en mis sentimientos yo soy judío, turco, gitano y cholo.” Siempre mestizo.
En otra parte del artículo también se puede leer: Ilija Trojanow, por ejemplo, nació en Sofía y reside en Berlín; es dueño de una capacidad de fabulación y un estilo lúdico en la escritura como pocos. Su último libro Der Weltensammler, que se mantuvo en las listas de bestsellers durante el año pasado, es la historia del colonizador relatada desde la mirada del colonizado, en un claro diálogo con ese otro alemán que se llama Georg Christoph Lichtenberg, y que en uno de sus geniales aforismos escribió: “Cuando los aborígenes descubrieron a Colón, hicieron un amargo descubrimiento.”
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