sábado, 28 de junio de 2008

EL NARANJITO, IGGY POP Y LAS CHICAS COCODRILOS


Hace unos días pase de casualidad por un local que habitaba los fines de semana después de salir de Universidad. Y digo lo habitaba porque en verdad uno no iba a ese lugar, uno lo habitaba y lo habitaba junto a la mochila llena de cuadernos y a las famosas calculadoras chelar, que era el último recurso, cuando se agotaba el dinero para seguir bebiendo.
En ese local al que llamaban el Naranjito, supongo por un dibujo pintado en la pared similar a la mascota de España 82, aprendí a bailar salsa, aun cuando con los pies pareciera que estaba atravesando un campo minado. Pero en aquel sitio también me reconocí eterno admirador de Papá Chacalon y al mismo tiempo de Iggy Pop. Porque así de disímil eran nuestros gustos, abarcaba los extremos como un plato bien taipa de siete colores, aunque si estoy seguro no hubiésemos admitidos alguna versión de Juaneco tocado por los Mirlos (que quede bien en claro eso se da en otras universidades).
Hace poco también me encontré con un amigo de estudios y recordamos las chicas cocodrilos con las que solíamos bailar. Hoy supongo que ellas ya colgaron los chimpunes y se divorciaron de los zafarranchos de combates que solían organizar los fines de semana.
Aunque me dice mi amigo que en el Naranjito, trasladado al segundo piso de la misma casa para no dar roche, hoy habitan divisiones menores con el mismo entusiasmo de antes y que aun ahora se deja escuchar esta entrañable canción de Iggy Pop.
¿Será que las chicas cocodrilos penan?

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