martes, 24 de junio de 2008

EL ULISES DE QUILCA


Este último viernes se realizó un homenaje a Ulises Valencia,
casi en la clandestinidad por la escasísima cobertura que se le dio en los medios. El evento se realizó dentro de los programas que se vienen realizando viernes a viernes en el Averno.
Para hablar de Ulises no sólo hay que basarnos en su poesía hay que remitirnos al ser humano. A ese ser humano que prefirió el silencio a los aplausos. Tanto es así que me cuentan que dudada en ir a su homenaje. Y es que Ulises, a pesar de llevar 8 libros de poesía, no le gusta el padrinazgo poético, ni ir tocando las puertas de los periodistas culturales, a veces convertidos casi en agentes literarios.
De modo que sus publicaciones suelen pasar desapercibidas, para la gran mayoría, y terminan en manos de sus amigos que va haciendo en el camino, libros que regala envueltos gozosamente con humildad.
Acerca a de él, y su entrega por la poesía, hay anécdotas inagotables. Como cuando sólo teniendo para su pasaje de regreso, de un evento en el norte del país, regaló sus libros a unos campesinos.
Más de una vez estuvo sin dormir también a causa de su afición inagotable por los versos como cuando durante una semana se la pasó casi zombi por falta de descansos al ir y venir de Huacho para poder asistir a un congreso acerca de la literatura.
El congreso era en Huacho y terminaba avanzada la madrugada con tertulias incluidas, entonces cuando la mayoría partía hacia a sus hoteles o a seguirla en algún bar. El Ulises se embarcaba en un ómnibus hacia Lima con la finalidad de recoger los diarios que vendería al día siguiente. Pues Ulises es un portador de noticias, no es un canillita cualquiera, lleva las noticias y la poesía en la sangre.
Luego de vender los diarios, me cuentan, que Ulises volvía a partir a Huacho rumbo al congreso.
Así de loco es este poeta, su vida misma pareciera estar escrita a pulso y cincel, y es que no es el Ulyses de Joyce, es el Ulises de Quilca.

OTRO DIA MÁS, LA INQUIETUD PERENNE

Otro día más, la inquietud perenne
EL drama de vivir sin un mañana
El presente gris, que lo confieso
Nó debió ser, no debió estar.
Sin embargo, esta nostalgia
Que aprieta con sus crueles garfios
Esta atmósfera viciada
Nos hace saber que desde muy lejos
Se ha perdido el ánimo y el valor
En que creíamos y por lo cual
Todas las mañanas salimos a enfrentar
Contra lanzas y demonios con un valor
Y una fe que hoy no conocemos.

SE YERGUE EL HOMBRE DESPUES DE LA TRAGEDIA

Se yergue el hombre después de la tragedia
De las heridas que dejan los maderos
De la caída brutal en un altar pagano
Se yergue el hombre así no crea nadie
Restaña sus heridas, sacude su ropaje
Y mira el horizonte con fuerza de esperanza
Pues, ha percibido en su ser, íntimamente
Que nada acaba mientras la sangre
Por sus venas fluya como lava.
Mientras seamos capaces de empeñarnos
Por ver lo diáfano del día.
Mientras seamos capaces aun de emocionarnos
Al ver el rostro hermoso de una mujer sencilla.

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